jueves, 28 de noviembre de 2013

Reseña "La casa que amé"


     En La casa que amé, encontramos una lectura amena sobre una casa especial, la casa donde vive nuestra protagonista: Rose. 

     Rose es una mujer mayor, viuda, que no se trata con su hija y a la que el emperador de Francia y el prefecto de París quieren echar abajo su casa y las de todo el vecindario bajo una propuesta de rehabilitación del barrio para el bien del progreso y la salubridad de la ciudad.

     Entre capítulos, mientras escribe una carta de despedida a su marido muerto, nos cuenta viejas historias ocurridas en su casa como la muerte de su suegra, el casamiento de su hija, la muerte de su esposo o incluso la de su hijo;  y otras sobre el barrio en el que ella y su hermano se han criado. La mala relación que tenía con su madre al contrario que con su suegra, que era excelente.

    La autora cabalga entre el presente, el pasado y el futuro alternando los tiempos entre capítulos lo que al principio logra que sea difícil su seguimiento puesto que tienes que poner demasiada atención en una historia de personajes simples, planos, que no te llegan al corazón y con los que no terminas de sentirte identificado.

    Hay otros personajes secundarios, muy secundarios, que interactúan con la protagonista mientras escribe la dicha carta a su difunto marido para hacerle saber el disgusto que le causa el derrumbamiento de la casa que tanto amó y de otro oscuro secreto que no fue capaz de descubrirle en el lecho de muerte pero que antes de morir ella misma quiere dejarle dicho. Un secreto que muchos adivinarán antes de que lo cuente, incluso acertarán de lleno.
     En resumen, la historia es sencilla pero entrañable porque nos regala momentos muy emotivos. Donde sobre todo se habla del barrio y de la calle donde se encuentra la casa que da nombre al titulo y de todos los personajes que han pasado por la vida de la casa y de la protagonista.

*Os dejo los primeros capítulos de esta novela aquí
«Con el telón de fondo de la convulsa Francia del siglo XIX, Tatiana de Rosnay desarrolla un delicioso y conmovedor retrato de un mundo que ya no existe, de calles a la medida del hombre que albergan a personas que se relacionan, que desempeñan sus oficios unos cerca de otros, que se enfrentan y que se apoyan. Un libro inestimable que hace reflexionar sobre lo que la modernidad, en su necesario avance de progreso y mejoras, arrolla y relega al olvido. Poco estaremos avanzando si, en el camino, ignoramos el alma de las cosas.»  
Tiene algo... que no encontramos

1 comentario:

  1. Gracias por la reseña. No creo que de momento lo lea porque hay otros libros que me llaman más la atención y algo me dice que no es una lectura con la que me sienta identificada ahora mismo.
    Besos !

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